miércoles, 9 de julio de 2014

DEL MARACANAZO AL TERRIBLE HORIZONTE

Maracaná es un santuario edificado en Río de Janeiro para servir de sede principal de lo que fue el Mundial de fútbol de 1950. Ese recinto sagrado para Brasil fue profanado por Uruguay pocas semanas después de su inauguración. La tragedia quedó inmortalizada bajo el nombre de Maracanazo, y su presencia ha sido eterna en la memoria brasileña, tanto que ni siquiera los cinco títulos mundiales obtenidos por la Canarinha desde entonces la hicieron caer en el olvido.

Quizá por ello la anfitriona del Mundial 2014 no pisó el suelo maldito durante toda su participación. La Verdeamarela esperaba ajustar cuentas con su pasado en la gran final, vengar en el último partido del campeonato una afrenta que la atormentaba desde seis décadas atrás. Sólo el pánico a un nuevo y prematuro Maracanazo explica que la organización del torneo enviara a los de Luiz Felipe Scolari a jugar en São Paulo, Fortaleza, Brasilia y Belo Horizonte. Siempre poniendo tierra de por medio con la ciudad del Corcovado, el Pan de Azúcar, Copacabana y el templo expoliado.


Brasil ha evitado una segunda profanación mundialista de su catedral del balón, pero a un precio demasiado alto. Belo Horizonte, escenario de la insólita debacle ante Alemania (1-7), perderá para siempre el adjetivo y lo sustituirá por otro más apropiado, acorde con la derrota más terrible en la dilatada trayectoria de la Seleçao.


El equipo anfitrión pudo haber conseguido varios récords en este Mundial 2014: una sexta estrella para su camiseta, que Scolari igualara al italiano Vittorio Pozzo con dos títulos mundiales como seleccionador, ganar renunciando al jogo bonito que siempre caracterizó a la Canarinha... Sin embargo, los hitos han sido otros: la peor goleada encajada en su historia, el mayor ridículo de un semifinalista, unirse a Zaire y Haití como selección que recibe cinco goles antes del descanso en un partido de Copa del Mundo y ser, junto a México, el único organizador por partida doble que no logró triunfar en casa.

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